Días después de la conversación anterior, observé el mismo comentario en el muro de Facebook de Martín Bodero del cual concluímos que se trataba de un vídeo del año 1997, que algunos pudieron ver por el Canal 6 de esa época (tal no fue mi caso) . Por mi parte intenté contactar al Congreso: audiovisuales y finalmente transcripciones pero el material era demasiado antiguo y ya no estaba disponible.
Luego Martín iniciaría gestiones con quien fuera titular de muchos de la promoción LX en 1° "C" de Primaria, la profesora Nora Palomino (actual Directora del Colegio) y finalmente hace unos días, gracias a su gentileza y también a la del personal del Archivo Audiovisual del Colegio, se recuperó este vídeo (VHS) que coincidentemente tendría la esencia de las palabras que nos regaló aquel 30 de agosto del 2007 en nuestra clase del recuerdo por los 15 años.
El Hermano Alberto descansa en paz, pero su enseñanza quedará viva cada vez que al menos un antiguo alumno "sea voz de los que no tienen voz", cada vez que alguien ore en cualquier momento de su vida (de su día), pidiendo no por uno mismo sino por los demás. Cada vez que alguien recuerde que "de hombre a hombre va cero, sin diferencias". Cada vez que uno agradezca, al Creador y a todo aquel que lo merezca por más simple o sencillo parezca lo que uno recibe. Cuando alguien recuerde que subíamos escaleras para orar por las vocaciones. Cuando cada quién entienda que "será lo que debía ser o no será nada". El Hermano Alberto vive. Vive, porque "el que recuerda, vive" y tengo por seguro que aún cuando alejados estemos de nuestro querido Colegio La Salle, en algún momento volverán a nuestra mente sus enseñanzas y cual semilla brotarán y traspasarán generaciones cuando a los más pequeños transmitamos al menos un poco de lo bueno que aprendimos. Como suele suceder con las enseñanzas de personas trascendentales, como la que tuvimos (y nuevamente lo escribo) el privilegio de haber conocido.
¡Gracias Hno. Alberto! ¡Gracias La Salle! ¡Gracias Hermanos de las Escuelas Cristianas!
Hay un detalle interesante que me mencionó la profesora Cira y que se aprecia claramente en el vídeo: el Hno. Alberto por primera vez habría preparado en un documento sus palabras (para dirigirse al Congreso), si bien inicialmente empieza a leer, decide hacer un cambio y no leer sino dar un discurso, sin papel y del corazón. Pienso (para mí) que esto lo suscitó el encontrarse nuevamente con sus antiguos alumnos (aunque en el congreso y lejos del colegio) como en una clase, es decir, como en casa.
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